Exposición: "El legado de Proust"

Lugar de celebración:

Academia de Artillería. Antiguo Convento de San Francisco (C/ San Francisco, 25)

Descripción:

   El primer día de febrero se cumplieron 225 años de la primera lección de Louis Proust, inaugurando con ella, el Real Laboratorio de Química, más conocido en la ciudad de Segovia, como la Casa de la Química. Pero su ámbito de actuación no se limitó tan solo a dichas clases, para las que preparó más de 400 procederes o experimentos, antes del inicio de los cursos, durante el tiempo que duraron las obras de acondicionamiento del laboratorio. También sabemos que se implicó en otras actividades de la Academia, como la dirección técnica de los primeros vuelos en globo vistos en Segovia, la preparación del método de obtención del hidrógeno con el que llenar la campana del globo y, quien sabe, si enseñando técnicas de pilotaje a sus intrépidos tripulantes, fruto de sus ascensiones en globo realizadas en París, algunos años antes, junto a Pilâtre de Rozier. Incluso dio inicio a la colección de minerales, aportando las primeras piezas y solicitando al jefe de estudios la adquisición de una muestra lo suficientemente amplia como para cubrir las necesidades de la clase de química y mineralogía. La colección finalmente, se adquiere en 1817, hace ahora 200 años, y se va aumentando desde su compra hasta bien entrado el siglo XX.

        En el ámbito del ejército realizó multitud de análisis químicos de pólvoras y carbones minerales y en el orden científico, inspeccionó explotaciones mineras a petición de la superioridad.

        Y en el entorno de la sociedad segoviana, fue miembro de mérito de la Real Sociedad de Amigos del País de Segovia y colaboró con los fabricantes de paños en la búsqueda de nuevos tintes.

Este 225º aniversario es solo la excusa para, apoyándonos en su figura, hacer un recorrido histórico a través de los fondos bibliográficos empleados en los estudios científicos, existentes en la biblioteca de la Academia de Artillería antes, durante y después de la estancia del químico francés en Segovia.

        Hay autores que afirman que su influencia en la enseñanza no fue muy importante, debido a lo corto de sus cursos y el poco espacio de tiempo en que se impartieron. Lo que si es cierto es que el Real Laboratorio fue el primero de muchos gabinetes científicos donde completar la formación que el padre Antonio Eximeno había anunciado casi 30 años antes, con su oración de apertura del Real Colegio, cuando hablaba de la necesidad de la teoría para el desempeño de la práctica al servicio de Su Majestad, realizando en dichos laboratorios precisamente esa práctica como refuerzo y consolidación de la enseñanza teórica recibida en el aula.

​      Un terrible incendio destruyó el Alcázar en 1862, a consecuencia del cual, la Academia tuvo que trasladar lo poco que se salvó al antiguo convento de San Francisco y reanudar allí su actividad cotidiana partiendo prácticamente de cero. Sin embargo, Adolfo Carrasco, subdirector del Colegio en aquel momento, nos muestra en su obra manuscrita que se conserva en la propia biblioteca, como 10 años después, los estudios científicos volvieron a su nivel anterior al incendio, y un documento fechado 5 años más tarde, nos enumera los aparatos de uso cotidiano en los diversos gabinetes y laboratorios (entonces también denominados, museos) donde ejercitar la teoría aprendida en clase. El hecho de que el citado catálogo fuera seleccionado entre las obras que acudieron a la Exposición Universal de París de 1878 representando a la Academia de Artillería, nos da una idea de la importancia de dichas instalaciones y de su contenido.

        Avanzando en el tiempo llegamos hasta el primer cuarto del siglo XX, momento en el que los oficiales de artillería pierden su carácter facultativo, esto es, dejan de estar facultados para el diseño y fabricación del armamento y restante material de guerra y la dirección de los establecimientos donde se fabrican; y haremos un repaso de los estudios científicos de esos años.

        La innovación de la Artillería en los primeros vuelos militares se repitió posteriormente con otros artilleros: Ruiz de Alda, que participó en el vuelo del Plus Ultra manejando el radiogoniómetro por primera vez en una aeronave; el capitán Méndez Parada, segoviano y artillero, primer paracaidista español; o incluso, ya en pleno siglo XXI, una de las baterías perteneciente al Grupo de

Artillería de información y Localización de Objetivos (GAIL) que instruyó a los primeros pilotos de drones militares, todos ellos suboficiales de artillería.

        Junto a los fondos bibliográficos, no podemos dejar de lado los objetos y aparatos de los laboratorios y gabinetes que completan la exposición, empleados en la Academia. Todos ellos están enumerados en el catálogo de 1877 antes citado y se han agrupado de acuerdo a los gabinetes que se enumeran en dicho catálogo. Algunos han resistido mejor que otros el paso del tiempo hasta nuestros días, pero todos ellos dan testimonio vivo de que la enseñanza práctica siempre acompañó a la teórica.

        Y para finalizar, una muestra del futuro que se abre ante nuestros ojos, la realidad virtual y la simulación, ya presente en la enseñanza de los alumnos de la Academia desde el año 2001 con diversos simuladores reunidos en un Centro de Adiestramiento y Simulación, con posibilidad de apoyar a la enseñanza de los alumnos y de reforzar la instrucción de las unidades de artillería, con simuladores de Artillería de campaña y de diversos sistemas de armas de artillería antiaérea.

*Más información en el archivo adjunto