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Exposición de Pierre Gonnord: "Terre de Personne" (Tierra de Nadie)

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Fecha de inicio:

11 de octubre de 2017

Fecha de finalización:

10 de diciembre de 2017

Hora de inicio:

De lunes a viernes, de 17:00a 20:00 hrs. Sábados, domingos y festivos, de 11:00 a 20:00 hrs.

Colectivo destinatario:

Todos los públicos.

Precio:

Gratuito

Tipo de evento:

Exposición

Entidad organizadora:

Fundación Villalar

Lugar de celebración:

Fundación Villalar - Castilla y León

Plaza de las Cortes de Castilla y León, 1. C.P.: 47015 Valladolid.

983 421 550

983 421 541

Correo electrónico (pulse para verlo)

Más información

Directorio completo

Descripción:

Terre de Personne (Tierra de Nadie) de Pierre Gonnord es un proyecto expositivo compuesto de 16 instantáneas de 166 x 125 centímetros, todas ellas retratos de personas que en palabras del autor: "los rostros son mapas y los paisajes también son retratos".

Pierre Gonnord, a quien se considera uno de los máximos representantes en la escena nacional en materia de retrato fotográfico, ha indagado en el retrato formal de personas y de ello aporta en esta muestra. Gonnord señaló que su "trabajo es una vivencia, una aventura, un proyecto de por vida" y con su cámara ha querido "dar visibilidad con otra poesía" a los mineros y a los habitantes de áreas rurales del norte de la Península Ibérica.

El artista consideró de "casi espejos", a las gentes que "viven del suelo, del subsuelo" y que han posado con autenticidad con la luz que entraba por la puerta de su casa en un ambiente casero y rural en viviendas -algunas sin enchufes- en tierras del norte. Estas condiciones han forzado a que Gonnord (Francia, 1963), como afirmó, haya hecho uso más de la luz natural en detrimento de la artificial, lo que ha supuesto un "contrapunto a su trabajo".

Las fotografías de los mineros, hablan del tesón, la fuerza, la dureza y la dignidad de la mina. Fue hace ocho años cuando Pierre Gonnord descendió al tajo de Villablino y Ponferrada para contar la historia de los que su futuro está en entredicho, el rastro de unas vidas que se acaban, el ocaso de una forma de subsistencia al no ser rentable económicamente. Personas que irremediablemente tendrán que marcharse del lugar que habitan al no poder continuar con su medio de vida. Algunas de las historias que pudo conocer en primera persona están en esta muestra, «miembros de largas sagas obreras desde hace generaciones, gente luchadora y orgullosa de lo que son y han sido, preocupados por su porvenir».

«Me interesa la comunidad minera del norte de España porque sus rostros brillan con una luz distinta y explorar esos márgenes es mi manera de reconocer la importancia del silencio construido socialmente, del riesgo de colapso, de desaparición pero sobre todo de rendir homenaje a esos ‘otros nosotros’, personas habitadas por una extraordinaria fuerza vital», destaca. Y es que el viaje creativo de Pierre Gonnord se aventura a través de grupos humanos con fuerte identidad cultural y en peligro de extinción, individuos pertenecientes a un grupo con raíces bien arraigadas en una historia ancestral, seguro de su identidad «mientras la nuestra se vuelve borrosa».

Al lado de los mineros, los otros protagonistas de esta muestra son los habitantes de los entornos rurales visitados por Gonnord: ancianos y ancianas, mujeres y hombres marcados por la edad, por el sufrimiento, por el cansancio, por el aislamiento. Imágenes profundas, intensas, poderosas, que hacen que el espectador se pierda en su inmensidad. Imágenes enérgicas que evocan el envejecimiento y la despoblación, dos retos hoy muy presentes en la comunidad de Castilla y León.  Aquí no están ni los contrastes, ni el glamour, ni la pobreza de la ciudad. La mirada de Pierre Gonnord no se dirige a la superficie. Va mucho más abajo.

A Gonnord le interesan los entornos rurales y que gracias a su cámara puede acceder a espacios en los que comunicarse con "gentes de culturas muy arraigadas, con raíces profundas", a las que se aproxima con el objetivo de "entender, o al menos ser parte, un momento, unas semanas, un mes, de la comunidad". El artista destaca la "generosidad y la hospitalidad" de las comunidades a las que retrata frente al imperante individualismo contemporáneo. 

Las fotografías expuestas captan a personas ancladas en unos valores que están desapareciendo frente al predominio de nuevos comportamientos, que de una manera aplastante están anulando otras formas de vida con un apego más directo al pasado. Observamos a gente mayor que acumula el paso del tiempo en sus rostros, evidenciando una vida díficil llena de sacrificios, trabajo y esfuerzo.

Podemos observar unos retratos de mirada penetrante, individuos de un mundo rural, que los ciudadanos de las ciudades postmodernas no ven o no quieren ver, en los que se adivina la involucración del artista para ganarse su confianza, compartiendo vivencias, complicidad. Sin esta involucración, sin esta integración en el entorno de estas personas para entender su existencia, seguramente no se hubieran prestado a dejarse fotografiar, ni a dejarse desnudar en cierta forma, ante la cámara de Gonnord.

Los retratos expuestos muestran gran dignidad, sosteniendo con su propia presencia los últimos ecos de un mundo que ya no se resiste a desaparecer y que tiene en ellos los últimos bastiones de otro tiempo, un tiempo pasado con unos valores propios que intentan mantener con orgullo, melancolía y desconcierto.

“La fotografía permite dar visibilidad y es una forma de posicionarse y luchar contra el olvido. He elegido voluntariamente grupos humanos, personas alejadas del centro de nuestras ciudades en una sociedad globalizada, y siempre más urbana, que ha perdido la memoria de lo que ocurre fuera de su círculo. Vivimos en una sociedad con permanentes cambios sociales. Situaciones que desaparecen mientras surgen otras realidades. He elegido hablar y acercarme a personas un poco más olvidadas que otras, más apartadas del sistema.

Es mi forma de aprender, de ser consciente, de narrar, es mi forma de trasgredir. Ese es el privilegio que tengo como fotógrafo para cuestionar nuestra época. En todas esas imágenes me importa sobre todo la belleza y la gran humanidad de todos los personajes”.

La muestra pretende sacar a la luz a estos grupos de personas, darles visibilidad, mostrarles como son sin más añadidos que su propia mirada.

"Terre de personne es una alusión bastante directa al carácter más universalista de mi aproximación al retrato, más allá del territorio, raza o comunidad que haya podido abordar en cada uno de los trabajos que he realizado hasta el momento. También sale de mi forma de vivir y trabajar, ese viaje constante a lugares concretos y a ninguna parte, en lugares de difícil acceso, hecho de encuentros con personas y naturaleza, elementos que conviven, más allá de las fronteras. `Terre de personne´ es en francés, no tanto por ser mi lengua materna, sino porque permite más niveles de lectura. `Personne´ significa persona y al mismo tiempo nadie. La raíz de la palabra es griega y significa máscara.

En mi proceso de trabajo coexisten tanto los conceptos de búsqueda como de encuentro. Quiero trabajar y me intereso por individuos pertenecientes a determinados grupos humanos, a colectivos definidos por razones sociales, pero a la vez con una visión más universal. Salgo a la búsqueda de estas personas localizadas en territorios concretos. Esto supone una cierta experiencia vital con las personas. Pero en el mismo lugar surgen nuevos encuentros y reflexiones más allá de lo que estoy buscando inicialmente. Se van abriendo otras vías que ensanchan el marco inicial como el género, la edad, el carácter…

Me interesa la dignidad humana como constante, como patrimonio de la humanidad. Creo que mis retratos la celebran con evidencia. Mis retratos son de “aristócratas” independientes y con fuerza espiritual, sea cual sea su procedencia. Al mismo tiempo, como compromiso social, he elegido dar visibilidad a esos colectivos que, en los tiempos que corren, merecen una atención muy especial.

Cuando hago retratos se produce un encuentro, una vivencia, una comunicación con los demás. Por eso llevo más de diez años trabajando el rostro, casi siempre con el mismo ritual, intentando mejorar e ir a otro campo.

Aunque siga el fondo negro en todas las fotografías hay un cambio, una evolución…las vivencias han sido cada vez más intensas porque he pasado de la gente de mi barrio a la gente de las minas, de la periferia parisina donde había conflictos, a una comunidad gitana… eso me ha llevado a tener unos encuentros más intensos.

Me interesa descontextualizar los escenarios. Es una forma de centrarme en el rostro, conseguir que sea algo más abstracto. No quiero describir, sobre todo porque vengo de una generación que ha descrito más el entorno y ha dejado el personaje como una silueta anodina. Pero yo no, yo voy al individuo, que es lo que realmente me interesa.

El retrato, como el paisaje, no es una realidad, sino una visión. El rostro puede ser una idea, un campo desde donde decir muchas cosas. Mis personajes son un poco rebeldes, con mucho carisma y vidas peculiares.

Cada día, en el ritual fotográfico, voy construyendo poco a poco mi autorretrato. Intento así detener el tiempo para escribir mi diario, escuchando respirar a los demás y dejando huella sobre lo efímero. Es a la vez un acto de rebeldía contra el olvido. Siempre estoy solo con el retratado. Soy solitario y retrato a otros solitarios, es curioso. Yo creo que el ser humano está solo en todas partes. Incluso creo que un ejecutivo de Wall street está más sólo que un patriarca gitano.

No creo en estas cosas del alma, del espejo del alma… Somos cuerpo, pensamiento, sentimiento. El retratista lanza el cubo al pozo para intentar extraer algunas preguntas y contemplar esa complejidad. La complejidad misteriosa de la condición humana".

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Pierre Gonnord

Pierre Gonnord (Cholet, Francia, 1963) vive y reside en Madrid desde 1988. Fotógrafo autodidacta, a finales de 1998 comienza su personal proyecto sobre el rostro humano.

Pierre ha sido considerado como fotógrafo de la marginalidad  por su  acercamiento a personajes considerados como “outsiders” por la sociedad: vagabundos, presos, yakuzas, geishas, bandas urbanas, ciegos, enfermos mentales, mineros o comunidades y minorías étnicas como los gitanos.

Sus fotografías han podido verse en exposiciones individuales de entidades públicas como son la Maison Européenne de la Photographie (París 2005), Casa Asia (Barcelona, 2006), el Museo de Bellas Artes de Sevilla (2006), El Museo de Bellas Artes de Santander (2007), Les Rencontres d’Arles (2008), el Centro Internazionale di Fotografia (Milán, 2009), la Sala Alcalá 31 (Madrid, 2009) y más recientemente el CEART de Fuenlabrada. Su obra se ha expuesto también en las galerías Juana de Aizpuru, Hasted & Kraeutler (Nueva York), Filomena Soares (Lisboa) y MC2 (Milán).

En 2008 obtuvo el Premio de Fotografía de la Comunidad de Madrid y en este mismo año, el Fondo “Venice in peril” le invita, junto con otros fotógrafos, con el objetivo de crear una colección de imágenes originales de la ciudad para la Bienal de Venecia 2011.

Información adicional:

Al anochecer, también se podrá disfrutar de una proyección sobre la muestra, en la fachada de las Cortes que da a la Avenida de Salamanca. / e realizarán visitas guiadas de forma gratuita, de lunes a jueves de 17h a 20h para grupos de al menos 10 personas, reservando la cita previamente en los teléfonos 983 421 550 / 983 421 551 o en el email: general@fundacionvillalarcyl.es